¿Quién es un estudiante para la sociedad? ¿Alguien
al que mantiene la población con sus impuestos? ¿Uno ‘de esos que viven del
cuento y para la fiesta’? ¿Ese joven que sacará a su país de la miseria? Como
puedes comprobar estas son las respuestas que, a pie de calle cualquier persona
responde ante la pregunta con la que he iniciado este artículo. Es sorprendente
como la imagen que ofrecen los estudiantes al conjunto de la población (en
general, salvo excepciones) se ha ido denigrando con el paso del tiempo. Pero
quien nos califica de esa forma peca de ingenuo al generalizar con esta
afirmación. Pero bueno, cada uno a lo suyo.
¿Cuántas veces habremos escuchado que nosotros, los estudiantes
universitarios, somos los que mejor vivimos? No podemos negar que esta es una
de las mejores etapas de nuestra vida, pero también es arriesgada y sacrificada,
pues nos jugamos un futuro incierto, y en la mayoría de los casos prometedor. Pero
algunas figuras del ámbito público y político a las que, cariñosamente podría
calificar de ‘personajes y embaucadores’, se han encargado de enturbiar nuestra imagen
hacia el resto del mundo. Quizás ello sea otra consecuencia de ciertos
comentarios inapropiados hacia la comunidad estudiantil.
En este tiempo, como bien es sabido por todos, han
sucedido numerosas manifestaciones en defensa de la Enseñanza Pública, de
reducir las tasas universitarias o el rechazo ante la nueva Ley LOMCE. Y es deber de todo universitario defender sus
derechos, así como el involucrarse en actividades educativas y formativas. Pero
esto último suena muy utópico, ¿verdad? Sí, lo es. Si bien realizo esta
afirmación es porque antes de redactar este manifiesto he captado opiniones de algunos universitarios en los medios de transportes que alcanzan la Universidad. Algunos, ante la pregunta de
qué significaba la Universidad para ellos/as, me respondían que era un lugar
donde pasar el rato con los ‘amiguetes’, otros que era una oportunidad (y cito
textualmente) para encontrar a ‘tías buenas’, y otros pensaban que solo servía
para ir a clase y ya está. Cansado de escuchar ‘el mismo discurso’ me
sorprendió la respuesta de un chico. Este chico me dijo: “para mí la
Universidad es una oportunidad de demostrar a la sociedad lo que valgo, de
aprovechar el esfuerzo de mi padre y de empaparme de todo lo que pueda aprender”.
Alguien que escuche esa respuesta pensará: ‘éste es un bicho raro’. Error. Eso
demostraría que estamos forjados de prototipos anticuados, y que la gente
diferente y comprometida con los proyectos de estudios universitarios que
llevan adelante ‘no están modernizados’.
Y digo todo esto porque, mientras estos compañeros
de Universidad consideran a ésta como un mero lugar lucrativo y de ‘estudio
obligado’, en sus ratos libres se dedican a encabezar manifestaciones para
reclamar una mayor cantidad de Becas, y
más facilidades para desarrollar los planes de estudios. Con esto demuestran
una cosa: QUE SON UNOS HIPÓCRITAS. Son todos aquellos los que, diariamente
luchan y se esfuerzan por sacar adelante sus estudios, ya sean a través de las
clases, o través de formación extracurricular tienen el derecho de defender lo
nombrado en renglones anteriores, y son muy pocos los que lo hacen, pues la
palabra ‘COMPROMISO’ está en números rojos entre nosotros.
Para colmo existe en nuestro entorno político un
sector de ‘mal-educados’ y sobre todo ‘ignorantes’ que necesitan mantener esa
masa de estudiantes ‘zombies’. La necesitan por dos razones muy sencillas: para
manipularlos a favor suyo, y para que no piensen. Los políticos, aunque a
muchas de esas personas sus cargos se les quedan grandes, y algunas que no
tienen (de momento ningún cargo público) hay ‘coletas’ que también les quedan
grandes, necesitan que la juventud no piense. Quieren que seamos unos
verdaderos inútiles sin capacidad de razonamiento y liderazgo. Una de las
formas de conseguirlo es través de las aulas donde, una gran mayoría de
profesores (de diversas ramas de conocimiento) se dedican a impartir ‘grandes
clases magistrales de política demagoga’ en vez de llevar a cabo la labor de
enseñar aquellos conocimientos para los que están capacitados, y que la ejerzan
con profesionalidad.
Estamos hartos de que nos tomen el pelo, de que
cualquier discurso político tenga cabida en las aulas universitarias, y que nos
falten el respeto. La Educación es libre, pero no adoctrinadora, pues muchos
confunden ‘la libertad de expresión con adoctrinar’. Recuerda que, como
vulgarmente se dice, “las opiniones son como los ‘traseros’, cada uno tiene el
suyo propio”.
G.V.L
G.V.L
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